Digan lo que quieran. Estoy enganchado. Encadenado. Dependiente. La teconología me puso su grillete (virtual, por favor) y me hace que me postre a sus pies. Hoy voló en pedazos (pedazos informáticos, hay que decir) mi buzón de correo de la oficina. El peso de unas fotos hizo que la memoria (que no es de elefante, esta se expresa en gigabytes) del correo 'colapsara' (odio esta palabra, más bien el desgaste y la desnaturalización impune e inmisericorde que los medios de comunicación le hemos infligido). Volaron documentos importantes, direcciones de gente con la que nunca más voy a poder comunicarme, frases memorables que a veces alguien dice a través de los correos, listados de trabajos importantes, avisos, etc. Detesto esta dependencia, pero como el adicto, no puedo librarme de ella. Yo al menos conocí otro tiempo feliz en el cual esto no existía y las cosas se hacían de otro modo. Compadezco a los más jóvenes que no conocieron, ni tienen hoy otra alternativa.
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